¡Hola! Soy Rubén, un apasionado estudiante de historia con una especial inclinación por el legado del Perú ancestral. Permíteme contarte sobre dos culturas fascinantes: Chavín y Cupisnique.
El nacimiento y evolución de la Cultura Chavín y la Cultura Cupisnique transcurrieron de manera autónoma, aunque con el transcurrir de los años, se enriquecieron mutuamente. Fue en 1929 cuando Rafael Larco Hoyle destapó el velo del tiempo para revelarnos la existencia de Cupisnique. Durante mucho tiempo, este estilo artístico fue confundido con el de Chavín, hasta el punto de ser denominado Chavín de la Costa. No obstante, estudios más recientes han desvelado que, aunque paralelas, ambas culturas se nutrieron entre sí en el transcurso de su historia.
La expresión artística de Cupisnique se manifestó en un arte cerámico lleno de creatividad y dinamismo. Sus cerámicas, usualmente monocromáticas, destacan por el uso del alto relieve y sus figuras escultóricas son un canto a la plasticidad. Aunque compartían ciertas deidades con Chavín, como el felino, el halcón y la serpiente, la araña, símbolo de fertilidad, es un ícono distintivo de Cupisnique que adorna con frecuencia sus platos y vasijas de piedra.
En el año 1969, se descubrieron en Limoncarro, Jequetepeque, platos y vasos de piedra de excepcional belleza y diversidad iconográfica, piezas que muy probablemente se utilizaban en rituales de gran significado espiritual. Estos artefactos también han sido encontrados lejos de su lugar de creación, como en Chavín de Huantar, hallazgo atribuido al arqueólogo Luis Guillermo Lumbreras.
La cultura Cupisnique fundamentó su economía en la agricultura y los recursos del mar. Construyeron templos con terrazas y plataformas de adobe, adornadas con esculturas de arcilla. Aunque todavía hay mucho por explorar, algunos de los sitios arqueológicos más emblemáticos de Cupisnique incluyen Caballo Muerto en Moche, Limoncarro en Jequetepeque, Purulén en Zaña, y Huaca Luda en La Leche.
El spondylus princeps o mullu, una concha marina de vibrantes colores que varían del rosa al naranja, siempre estuvo asociada con la lluvia y su presencia auguraba posibles inundaciones. Este molusco descendería hasta las costas peruanas durante el fenómeno de El Niño, anunciando fuertes precipitaciones. Este vínculo entre el mullu y las lluvias llevó a las culturas andinas a valorar esta concha como una ofrenda sagrada para propiciar cosechas abundantes. El strombus, o pututu, una concha empleada como instrumento musical, tiene también un lugar destacado en la cosmovisión andina.
En los rituales ancestrales, el spondylus y el strombus simbolizaban una dualidad, asignando al primero atributos femeninos y al segundo, masculinos, representando así las fuerzas complementarias del cosmos.
Cultura | Arte Cerámico | Divinidades | Descubrimiento | Sitios Arqueológicos |
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Chavín | Alto relieve y figuras mitológicas | Felino, halcón, serpiente | Larco Hoyle, 1929 | Chavín de Huantar |
Cupisnique | Monocromo, alto relieve, plasticidad | Araña (fertilidad) | Lumbreras, 1969 en Limoncarro | Caballo Muerto, Limoncarro, Purulén, Huaca Luda |