Queridos amigos y amantes de la historia, mi nombre es Rubén, y como apasionado del legado histórico peruano, me complace compartir con ustedes una época trascendental de nuestro país: El Tercer Militarismo.
Esta fase se caracteriza por la sucesión de mandatos castrenses, iniciando con Sánchez Cerro y, tras su deceso, continuando bajo la batuta de Óscar R. Benavides. Sánchez Cerro, enfrentado a convulsiones sociales y políticas marcadas por levantamientos y protestas, se vio compelido a renunciar a su cargo.
En un breve interludio, Leoncio Elías, presidente de la Corte Suprema, asumió la presidencia, entregándola prontamente al comandante Gustavo Jiménez. Seguido a ello, David Samanez Ocampo asumió la responsabilidad de liderar el país, enfocado en la imprescindible tarea de convocar a elecciones.
«El Perú sobre todo» fue la consigna de la Unión Revolucionaria, el partido creado por Sánchez Cerro, que concitó la atención popular, sobre todo entre trabajadores y la clase media urbana, con propuestas de estatización de la educación y la prensa en pos de inculcar valores patrióticos y espirituales.
El retorno de Haya de la Torre del exilio marcó un nuevo capítulo, con la aspiración de forjar el Estado Aprista. A pesar de la moderación en sus propuestas, ciertos sectores, como la Iglesia Católica, lo veían con recelo.
En el ámbito económico, la misión Kemmerer, encabezada por el experto Edwin Kemmerer, jugó un papel crucial al evaluar la moneda y fundar el Banco Central de Reserva, con el objetivo primordial de asegurar la estabilidad monetaria.
Las elecciones de 1931 fueron un hito controversial, con Sánchez Cerro y Haya de la Torre como principales contendientes. A pesar de las acusaciones de fraude, Sánchez Cerro emergió victorioso, aunque su mandato se vio marcado por la confrontación con el APRA y episodios de violencia, culminando con su asesinato en 1933.
El gobierno de Sánchez Cerro se distinguió también por avances en legislación laboral y la abolición de prácticas perjudiciales para el campesinado andino. La Constitución de 1933, elaborada bajo su mandato, es notable por sus amplias garantías civiles y políticas.
La transición bajo Óscar R. Benavides se presentó como una oportunidad de reconciliación, aunque la tensión política pronto resurgiría, llevando a la prolongación de su gobierno a través de un acto legislativo.
La economía de los años treinta refleja una diversificación en las exportaciones, con el algodón tomando preeminencia y la minería y pesquería experimentando cambios significativos debido al contexto internacional.
Finalmente, las elecciones de 1939 cerraron el capítulo del tercer militarismo, con la victoria de Manuel Prado, quien obtuvo un apoyo decisivo frente a su contrincante.
Aspecto | Detalle |
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Inicios | Gobierno de Sánchez Cerro, seguido por Óscar R. Benavides tras su muerte. |
Conflictos Sociales | Levantamientos y protestas que llevaron a la dimisión de Sánchez Cerro. |
Propuestas de Gobierno | Estatización de educación y prensa, propuestas por la Unión Revolucionaria. |
Retorno de Haya de la Torre | Regreso del exilio y moderación de propuestas apristas. |
Reforma Monetaria | Creación del Banco Central de Reserva por la misión Kemmerer. |
Elecciones de 1931 | Victoria de Sánchez Cerro, marcada por acusaciones de fraude. |
Legislación Laboral | Avances significativos durante el gobierno de Sánchez Cerro. |
Constitución de 1933 | Extensas garantías civiles y políticas. |
Transición Política | Mejora de relaciones con el APRA bajo Benavides. |
Economía | Diversificación con enfoque en algodón, minería y pesquería. |
Fin del Militarismo | Elecciones de 1939 ganadas por Manuel Prado. |