¡Hola! Soy Rubén, un entusiasta de la rica historia de Perú y deseo contarte sobre un personaje que marcó nuestra cultura. Manuel Ascencio Segura y Cordero vio la primera luz en la vibrante Lima, un 23 de junio de 1805. Hijo del tenaz teniente huancavelicano Juan Segura y de la distinguida limeña Manuela Cordero, su vida fue un lienzo de valentía y arte.
Desde su juventud, Manuel Ascencio abrazó la senda castrense, escalando hasta ser cadete y luchando en la histórica batalla de Ayacucho. Junto a su padre, enfrentó a las fuerzas libertadoras con bravura. Su carrera militar continuó ascendiendo, y en 1831, fue nombrado capitán del segundo batallón Zepita en Jauja. Fue en aquellos tiempos cuando, con pluma en mano, exploró el mundo del teatro, gestando su primera obra La Pepa, aunque nunca llegó a ser escenificada, mostró su crítica al autoritarismo militar.
Al fraguarse la Confederación Perú-Boliviana, nuestro Segura se alineó con el fervor patriótico, siguiendo al valiente general Salaverry. Su fidelidad le costó la captura en Camaná, pero el destino le reservó clemencia con la derrota de la Confederación a manos de la alianza chileno-peruana. Restituido por el presidente Gamarra, Segura se integró a la Guardia Nacional, a la cual dedicó Amor y política, una pieza histórica de la cual, lamentablemente, el texto se ha perdido.
En aquellos tiempos de fervor literario, Segura adornó las páginas de El Comercio y presentó El sargento Canuto, una sátira del persistente militarismo en nuestro país. Su verbo no se detuvo ahí, pues en 1840, entabló una memorable disputa literaria con Felipe Pardo mediante letrillas anónimas.
Tras fundar La Bolsa en 1841, Segura continuó su cruzada de letras contra el mariscal Santa Cruz. Ese mismo año, deleitó al público con las comedias La saya y el manto y La moza mala, y lanzó El Cometa, un periódico político de su autoría.
Con la muerte de Gamarra y el país en desorden, Segura colgó su uniforme de sargento mayor. En 1843, a sus treinta y siete años, unió su vida a la de Josefa Fernández de Viana. La consagración de su legado teatral llegó con la aclamada comedia Ña Catita, estrenada en 1845. Nombrado secretario en Piura, fundó el periódico El Moscón y en él publicó su icónico poema La peli-muertada.
Los últimos años de Segura fueron un torbellino de creatividad: La espía, El resignado, Un juguete, y Las tres viudas son solo algunas de sus obras que adornaron los escenarios. Su vida, dedicada a la nación por más de treinta años, concluyó en Lima, el 18 de octubre de 1871.
Año | Evento |
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1805 | Nacimiento en Lima |
1831 | Capitán del Batallón Zepita |
1839 | Estreno de Amor y política |
1841 | Fundación de La Bolsa |
1845 | Estreno de Ña Catita |
1858 | Retiro con honor tras treinta años de servicio |
1871 | Fallecimiento en Lima |