Queridos amigos y amantes de la historia peruana, mi nombre es Rubén, y es un placer compartir con ustedes la historia de uno de los personajes más emblemáticos del Perú.
Nuestro personaje nació en la ilustre ciudad de Lima, un 3 de mayo del año 1783, fruto del amor entre José de la Riva-Agüero y Basso della Rovere, distinguido superintendente de la Real Casa de Moneda, y María Josefa Sánchez-Boquete y Román de Aulestia, dama de fina estirpe limeña. La juventud de Riva Agüero transcurrió entre viajes y estudios; cruzó el océano para culminar su educación en la madre patria, pero la invasión napoleónica cambió el curso de su destino, llevándolo a Francia por un breve período.
Regresó a Madrid, donde se batió valientemente contra las tropas francesas, dejando su huella en Guipúzcoa, Burgos y Córdoba. Pero el llamado de su tierra natal fue más fuerte, y volvió al Perú en 1810, con un cargo en el Real Tribunal de Cuentas de Lima y un corazón que latía fuerte por la causa independentista. Fue un ferviente partícipe de la red de patriotas, extendiendo su influencia hasta Chile y Buenos Aires, y proclamando en su “Manifestación histórica y política de la revolución de América” las razones que sustentaban la lucha contra la corona española.
Su trayectoria no estuvo exenta de desafíos: el virrey Joaquín de la Pezuela lo confinó en Tarma, pero su espíritu indomable lo llevó a unirse al ejército de San Martín. Tras la liberación de Lima, fue nombrado coronel y prefecto de la ciudad, aunque más tarde, San Martín lo removería de su puesto. No obstante, la historia le tenía reservado un papel aún más significativo.
La Presidencia y el legado de Riva Agüero
El 28 de febrero de 1823 marcó el inicio de su presidencia, impulsada por el general Andrés de Santa Cruz y el ejército. Su gobierno se centró en fortalecer nuestras fuerzas armadas y marítimas, creando la escuela naval y asegurando nuestras costas. Su visión estratégica incluyó el apoyo de naciones hermanas como Colombia y Chile para fortalecer la independencia peruana.
Ante la amenaza realista, demostró su liderazgo al trasladar el gobierno a las fortalezas del Callao, aunque el Congreso, ante la ocupación española de Lima, trasladó el poder a Trujillo y confió el mando militar a José Antonio de Sucre.
Sin embargo, la política es impredecible, y una comisión liderada por los diputados Olmedo y Sánchez Carrión decretó su destitución, marcando el fin de su presidencia. Riva Agüero, firme en sus convicciones, fue apresado y desterrado a Guayaquil.
Años de exilio y retorno
Desde Europa, Riva Agüero continuó buscando apoyo para la causa peruana, manteniendo viva la llama de la libertad incluso desde la distancia. Retornó a América, estableciéndose en Chile y luego, en 1831, regresó al Perú. Fue un periodo de altibajos, entre el reconocimiento como gran mariscal y diputado por Lima y nuevos exilios.
Su última etapa la vivió en Lima, alejado del bullicio político, dedicándose a la agricultura y a la redacción de sus memorias. Su legado perdura, y falleció un 21 de mayo de 1858, dejando una huella imborrable en la historia del Perú.
Evento | Fecha | Detalle |
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Nacimiento | 3 de mayo de 1783 | Lima, Perú |
Presidencia | 28 de febrero de 1823 | Nombrado por presión militar |
Destitución | 19 de julio de 1823 | Decretada por comisión del Congreso |
Exilio y retorno | 1831 – 1858 | Varios exilios y retorno a la vida pública en el Perú |
Fallecimiento | 21 de mayo de 1858 | Lima, Perú |